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3. Determinación de zonas de calidad acústica y distinción de niveles máximos permisibles En este sentido se ha planteado como alternativa la creación de zonas para distintas actividades en las que, en función de éstas, se determinen los niveles máximos de emisiones sonoras permitidos. Por ejemplo, espacios determinados para la diversión nocturna y actividades industriales fuera de las áreas residenciales y del centro de las ciudades. 4. Evaluación previa del impacto acústico de ciertas obras o actividades En este apartado cabe hablar por ejemplo del tránsito y de las grandes obras públicas. “Entre los ruidos provocados por actividades plenamente funcionales, sin duda los más importantes derivan de la construcción [y] el transporte público en todas sus formas” (Baigorri, 1995: 8). Varios estudios PAOT hablan al respecto, en relación al ruido generado por el tránsito, en el realizado en el Centro de Coyoacán, por ejemplo, se proponía “reubicar la base de microbuses que se localiza frente al Jardín Centenario, para evitar la aglomeración de coches y el ruido que producen los cobradores de estas unidades. [Se señalaba también] que es importante gestionar que se evite la modificación del escape en los vehículos colectivos, dado que esta es la fuente de ruido que se considera más constante” y se recomendaba que los camiones de carga buscaran nuevas rutas, “debido a que la infraestructura de la zona no es la óptima para el tránsito de estos automóviles” (PAOT (e), 2011: 20). Algo parecido se planteó en los estudios realizados en el Centro Histórico, al señalarse que se deberían “aplicar restricciones a la circulación de vehículos en cuanto a la velocidad máxima, horarios y días de circulación, cierre de algunas calles, por tipo de vehículos, prohibición de uso de bocinas o claxon” (PAOT, 2007: 16). Además de incentivar la implantación y el uso del transporte alternativo (Metrobús, Metro, Ecobici, etc.) en el primer cuadro, sancionar a los vehículos con escapes estruendosos e incorporar arbolado en los espacios públicos y aceras (amortiguadores del ruido), todo esto aunado a la formación de la conciencia ciudadana sobre los efectos que produce el ruido” (PAOT (c), 2011: 16-17). Por otro lado, en lo que toca a las obras de construcción no podemos dejar de señalar que, con las experiencias que ya se tienen, se pueden estimar las molestias que ocasionarán antes de que inicien. La evaluación previa del impacto acústico se puede saber con un grado importante de certeza, por lo que las restricciones y condicionantes a las obras deben hacerse de forma estricta. En relación a obras públicas como la construcción de líneas de MB o Metro, la PAOT ha señalado que este tipo de obras “se realicen por etapas o por secciones para que con esto no se bloqueen tantas avenidas en un mismo periodo, [que se prohíba] el acceso a vehículos de mercancías pesadas en el lugar donde se estén realizando obras [...] para evitar emisión de ruidos de sus motores, [...] respetar el uso de medidas de mitigación acordado para la preparación y realización del proyecto [...], poner barreras que impidan la propagación del ruido [...], se recomienda poner barreras naturales [...como] corredores de árboles que amortigüen las emisiones sonoras” (PAOT, 2011: 35). Es importante diseñar ordenanzas locales que regulen los horarios de estas actividades, lo que exige “el análisis de las costumbres y modo de vida de la población” (Baigorri, 1995: 8), además de “promover formas de transporte más amigables al ambiente como el uso de la bicicleta, desplazamientos a pie y uso cotidiano de los trasportes públicos en lugar de utilizar los carros particulares” (PAOT, 2011: 35) para así reducir emisiones sonoras generadas por el tráfico vehicular. 138

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