Page 11 - AREAS VERDES
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Desde el siglo XVIII la presencia de vegetación en la Ciudad de México se ha relacionado con temas de sanidad pública y bienestar físico, considerando que los jardines ayudan a purificar el aire y a disminuir enfermedades, ideas que permearon en los habitantes de la Ciudad de México y que se reflejaron en las mejoras de la Alameda, en la reforestación de calzadas principales y en el aumento de las avenidas caracterizadas por su vegetación (Meza y Moncada, 2010).
El crecimiento de la población y su necesidad de recreación contribuyeron al aumento de las áreas verdes y para finales del siglo XIX se impulsaron grandes transformaciones en espacios públicos con la finalidad de garantizar la higiene y belleza paisajística; además, se crearon comisiones con el objeto de realizar actividades de remodelación de plazas para la generación de jardines y parques, ejemplo de ello fueron la Comisión de Paseos, Ornatos e Instrucción Pública o la Comisión de Embellecimiento (Meza y Moncada, 2010).
A nivel internacional, a través de los primeros Congresos Internacionales de Higiene y Problemas del Urbanismo, se recomendó que las ciudades contaran con parques y jardines equivalentes al 15% de su territorio y con una reserva forestal a no más de 10 km de ellas; sin embargo, en la Ciudad de México de 1901, apenas se contaba con el 2% de la superficie destinada a áreas verdes. No obstante lo anterior, el Ing. Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta, destacado promotor de las áreas verdes, quien trabajó en el Departamento Forestal de la Secretaría de Agricultura, impulsó la creación de un reglamento para la ciudad en que se establecía que las colonias nuevas debían destinar el 10% de su territorio a áreas verdes (Meza y Moncada, 2010).
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