En la cumbre
del paraje Magueyitos, las casas edificadas en plena zona de conservación
ecológica del bosque del Desierto de los Leones -donde
cualquier construcción está prohibida- tienen hasta
cinco niveles de altura, y cuentan con electricidad, agua corriente
y drenan hacia el parque nacional.
En ese paraje, ubicado en una loma que bordea la Cañada
El Rancho, en la zona más cercana del Desierto de los Leones
a la zona urbana de Cuajimalpa. La loma está cubierta con
casas de dos y tres plantas, construidas todas de tabiques y lozas
de concreto, además de contar con sembradíos de
maíz en sus alrededores.
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Los asentamientos irregulares suben por las laderas de las montañas
e invaden el bosque paulatinamente. Foto: Archivo / Reforma
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Cuentan con suministro de agua y electricidad mediante mangueras conectadas
a bombas y cables tendidos desde la zona urbana distante al menos a unos
500 metros.
Estas construcciones han surgido, de acuerdo con los comuneros de San
Mateo Tlaltenango, en el límite con la comunidad de Santa Rosa
Xochiac, donde ambas comunidades tienen un conflicto desde 1984, cuando
el Gobierno Federal expropió mil 500 hectáreas para conformar
a San Mateo con territorios de Santa Rosa y San Lorenzo Acopilco, principalmente.
Al ser un Parque Nacional, los comuneros no pueden fraccionar el Desierto
de los Leones, a cambio se les concedió cobrar la entrada al
bosque a los paseantes y utilizar la madera muerta.
La realidad es opuesta. En los parajes La Pila, o Tianguillo -ubicados
en la zona comunera de San Lorenzo Acopilco- los asentamientos irregulares
suben por las laderas de las montañas e invaden el bosque paulatinamente.
En La Pila el avance del asentamiento irregular en terrenos de zona
de conservación ecológica es incontenible, a pesar de
que hay construcciones de casas que han sido clausuradas por las anteriores
autoridades delegacionales.
Para habilitar el asentamiento de casas de madera, tabique o concreto
se tuvieron que derribar árboles, se aplanó el terreno
con tepetate, se introdujeron mangueras de una pulgada para suministrar
agua desde unos 200 metros de distancia, se suministró electricidad
mediante un centenar de "diablitos" de hasta 200 metros cada
uno.
En el asentamiento hay casas de dos plantas, con techos de lozas de
concreto y al menos dos de ellas tienen banderas del PRD. El ruido de
motosierras inunda la atmósfera del lugar.
Ante el avance de estos asentamientos, las autoridades de la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente, de la Comisión de Recursos
Naturales y Desarrollo Rural, la Delegación Cuajimalpa y la Delegación
Álvaro Obregón aceptaron desconocer a ciencia cierta la
magnitud de la superficie boscosa perdida.
Los asentamientos, sin embargo, saltan a la vista. En Tianguillo, a
unos dos kilómetros de la caseta de cobro de la autopista a Toluca,
los asentamientos humanos sobre las laderas de la montaña van
"trepando" hacia el interior del bosque.
Se trata de asentamientos a tres mil metros de altura sobre el nivel
del mar, a donde el agua potable es suministrada con pipa o con mangueras
que se conectan a una bomba en alguna de las colonias cercanas, y la
electricidad es robada mediante "diablitos" de los postes
de las zonas urbanas consolidadas.
En la zona de Santa Rosa Xochiac, en Álvaro Obregón,
los asentamientos se encuentran combinados con sembradíos a 2
mil 750 metros de altitud.
El Desierto perdió cerca de 400 hectáreas a causa de
incendios, dos tercios de su superficie fueron afectadas por una plaga
de gusano descortezador, y, afirman visitantes asiduos, hay actividades
de pastoreo entre el arbolado.
'Hay que tumbarlos'
José de Jesús Solís, director de verificación
técnica de la Procuraduría Federal de Protección
Ecológica reconoció que los conflictos agrarios como el
existente entre San Mateo, San Lorenzo y Santa Rosa, generan vacíos
de poder que son aprovechados por los propios comuneros para "desdoblarse"
o fraccionar sus tierras y crear asentamientos irregulares e incluso
construir mansiones como las de Magueyitos.
"Todo eso es clandestino", aceptó el director ejecutivo
de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural del DF,
Ernesto Ruiz, al ser cuestionado sobre si las construcciones hechas
en el bosque del Desierto de los Leones están en regla.
"Tenemos que tumbarlas", fue su respuesta al cuestionamiento
de qué harán las autoridades ante esas invasiones.
Menosprecian el suelo ecológico
Para todos los políticos, el suelo de conservación ecológico
es un tema importante, pero carece del sentido de urgencia, lo que se
refleja en la escasez de recursos financieros, jurídicos, de
personal y equipo para evitar que el crecimiento de la mancha urbana
devore la superficie vegetal, expusieron los especialistas Mireya Imaz,
Cuauhtémoc González y Miguel Ángel Cancino.
"La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
mantuvo este año el mismo presupuesto del 2002, pero si lo vemos
en términos reales y le descontamos la inflación, tenemos
menos dinero para trabajar", subrayó el director de Inspección
Forestal del organismo, Cuauhtémoc González.
En el caso de la Procuraduría Ambiental del Distrito Federal,
la situación es similar, incluso ha sido una de las instituciones
a las cuales se le ha recortado presupuesto en el marco de las políticas
de austeridad y ahorro del gobierno capitalino, expuso el subprocurador
de Ordenamiento Territorial del DF, Miguel Angel Cancino.
A pesar de la astringencia de recursos económicos y ante la
gravedad del fenómeno sin control de urbanización hormiga
de las áreas verdes, en Tlalpan las autoridades ambientales convocaron
en la administración anterior a las dependencias federales y
locales para realizar operativos y generar alternativas en favor de
los comuneros que en vez de conservar prefieren vender.
"De 1960 a la fecha hemos perdido 17 mil hectáreas, quedan
85 mil hectáreas, pero en este proceso desaparecieron 40 núcleos
agrarios que daban vida a esos terrenos, que eran la comunidad que resguardaba
el bosque, pero se desintegró ante una cultura de urbanización
que reemplazó el sentido social, de pertenencia, por el ánimo
de lucro de corto plazo", definió la ex directora ambiental
de Tlalpan y actual asesora de Semarnat, MIreya Imaz.
"Desafortunadamente el tema del suelo de conservación es
reconocido como un asunto importante pero no urgente, no es como la
seguridad, que cuenta con presupuestos e interés y mientras tanto
cada metro que se pierde es reflejo de la incapacidad de la autoridad
federal y local", apuntó Cuauhtémoc González.
"La situación es grave si consideramos la pérdida
cotidiana para los ecosistemas, basta ver lo que pasa en Xochimilco,
en Magdalena Contreras, Tlalpan, Cuajimalpa, Álvaro Obregón,
en donde la descoordinación institucional y la falta de solidez
de nuestros instrumentos jurídicos es notable", indicó
Cancino.
El cambio de uso de suelo rural a urbano es apenas uno de los procesos
que lesiona el suelo de conservación, pero hay otros como la
extracción de madera o de suelo orgánico que a la naturaleza
toma 300 años regenerar un centímetro cúbico, dijo
Mireya Imaz, asesora de la Comisión Nacional de Áreas
Naturales Protegidas de la Semarnat.
"Tampoco se ve la pérdida del factor de modulación
climática, erosión de suelos, regulación del ciclo
hidrológico, conservación del hábitat que representa
el 3 por ciento de la megadiversidad biológica del planeta que
reside en el Valle de México.
"Pero si lo quieren ver sólo en términos monetarios,
entonces hay que decir que por cada metro cuadrado de suelo de conservación
urbanizado es necesario invertir en infraestructura y en transportación
26 millones de dólares para traer un metro cúbico de agua
potable del Sistema Cutzamala, porque el área verde deja de infiltrar
lluvia al acuífero y de algún lado hay que reponer el
agua", concluyó la asesora de la Semarnat.
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