México D.F. a 26 de octubre 2003
Invaden el Desierto y llevan servicios

Violan la restricción y construyen en zona boscosa de Cuajimalpa, los paracaidistas cuentan con luz y gua en sus casas

Por Arturo Páramo

En la cumbre del paraje Magueyitos, las casas edificadas en plena zona de conservación ecológica del bosque del Desierto de los Leones -donde cualquier construcción está prohibida- tienen hasta cinco niveles de altura, y cuentan con electricidad, agua corriente y drenan hacia el parque nacional.

En ese paraje, ubicado en una loma que bordea la Cañada El Rancho, en la zona más cercana del Desierto de los Leones a la zona urbana de Cuajimalpa. La loma está cubierta con casas de dos y tres plantas, construidas todas de tabiques y lozas de concreto, además de contar con sembradíos de maíz en sus alrededores.


Los asentamientos irregulares suben por las laderas de las montañas e invaden el bosque paulatinamente. Foto: Archivo / Reforma
Cuentan con suministro de agua y electricidad mediante mangueras conectadas a bombas y cables tendidos desde la zona urbana distante al menos a unos 500 metros.

Estas construcciones han surgido, de acuerdo con los comuneros de San Mateo Tlaltenango, en el límite con la comunidad de Santa Rosa Xochiac, donde ambas comunidades tienen un conflicto desde 1984, cuando el Gobierno Federal expropió mil 500 hectáreas para conformar a San Mateo con territorios de Santa Rosa y San Lorenzo Acopilco, principalmente.

Al ser un Parque Nacional, los comuneros no pueden fraccionar el Desierto de los Leones, a cambio se les concedió cobrar la entrada al bosque a los paseantes y utilizar la madera muerta.

La realidad es opuesta. En los parajes La Pila, o Tianguillo -ubicados en la zona comunera de San Lorenzo Acopilco- los asentamientos irregulares suben por las laderas de las montañas e invaden el bosque paulatinamente.

En La Pila el avance del asentamiento irregular en terrenos de zona de conservación ecológica es incontenible, a pesar de que hay construcciones de casas que han sido clausuradas por las anteriores autoridades delegacionales.

Para habilitar el asentamiento de casas de madera, tabique o concreto se tuvieron que derribar árboles, se aplanó el terreno con tepetate, se introdujeron mangueras de una pulgada para suministrar agua desde unos 200 metros de distancia, se suministró electricidad mediante un centenar de "diablitos" de hasta 200 metros cada uno.

En el asentamiento hay casas de dos plantas, con techos de lozas de concreto y al menos dos de ellas tienen banderas del PRD. El ruido de motosierras inunda la atmósfera del lugar.

Ante el avance de estos asentamientos, las autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, la Delegación Cuajimalpa y la Delegación Álvaro Obregón aceptaron desconocer a ciencia cierta la magnitud de la superficie boscosa perdida.

Los asentamientos, sin embargo, saltan a la vista. En Tianguillo, a unos dos kilómetros de la caseta de cobro de la autopista a Toluca, los asentamientos humanos sobre las laderas de la montaña van "trepando" hacia el interior del bosque.

Se trata de asentamientos a tres mil metros de altura sobre el nivel del mar, a donde el agua potable es suministrada con pipa o con mangueras que se conectan a una bomba en alguna de las colonias cercanas, y la electricidad es robada mediante "diablitos" de los postes de las zonas urbanas consolidadas.

En la zona de Santa Rosa Xochiac, en Álvaro Obregón, los asentamientos se encuentran combinados con sembradíos a 2 mil 750 metros de altitud.

El Desierto perdió cerca de 400 hectáreas a causa de incendios, dos tercios de su superficie fueron afectadas por una plaga de gusano descortezador, y, afirman visitantes asiduos, hay actividades de pastoreo entre el arbolado.

'Hay que tumbarlos'

José de Jesús Solís, director de verificación técnica de la Procuraduría Federal de Protección Ecológica reconoció que los conflictos agrarios como el existente entre San Mateo, San Lorenzo y Santa Rosa, generan vacíos de poder que son aprovechados por los propios comuneros para "desdoblarse" o fraccionar sus tierras y crear asentamientos irregulares e incluso construir mansiones como las de Magueyitos.

"Todo eso es clandestino", aceptó el director ejecutivo de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural del DF, Ernesto Ruiz, al ser cuestionado sobre si las construcciones hechas en el bosque del Desierto de los Leones están en regla.

"Tenemos que tumbarlas", fue su respuesta al cuestionamiento de qué harán las autoridades ante esas invasiones.

Menosprecian el suelo ecológico

Para todos los políticos, el suelo de conservación ecológico es un tema importante, pero carece del sentido de urgencia, lo que se refleja en la escasez de recursos financieros, jurídicos, de personal y equipo para evitar que el crecimiento de la mancha urbana devore la superficie vegetal, expusieron los especialistas Mireya Imaz, Cuauhtémoc González y Miguel Ángel Cancino.

"La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente mantuvo este año el mismo presupuesto del 2002, pero si lo vemos en términos reales y le descontamos la inflación, tenemos menos dinero para trabajar", subrayó el director de Inspección Forestal del organismo, Cuauhtémoc González.

En el caso de la Procuraduría Ambiental del Distrito Federal, la situación es similar, incluso ha sido una de las instituciones a las cuales se le ha recortado presupuesto en el marco de las políticas de austeridad y ahorro del gobierno capitalino, expuso el subprocurador de Ordenamiento Territorial del DF, Miguel Angel Cancino.

A pesar de la astringencia de recursos económicos y ante la gravedad del fenómeno sin control de urbanización hormiga de las áreas verdes, en Tlalpan las autoridades ambientales convocaron en la administración anterior a las dependencias federales y locales para realizar operativos y generar alternativas en favor de los comuneros que en vez de conservar prefieren vender.

"De 1960 a la fecha hemos perdido 17 mil hectáreas, quedan 85 mil hectáreas, pero en este proceso desaparecieron 40 núcleos agrarios que daban vida a esos terrenos, que eran la comunidad que resguardaba el bosque, pero se desintegró ante una cultura de urbanización que reemplazó el sentido social, de pertenencia, por el ánimo de lucro de corto plazo", definió la ex directora ambiental de Tlalpan y actual asesora de Semarnat, MIreya Imaz.

"Desafortunadamente el tema del suelo de conservación es reconocido como un asunto importante pero no urgente, no es como la seguridad, que cuenta con presupuestos e interés y mientras tanto cada metro que se pierde es reflejo de la incapacidad de la autoridad federal y local", apuntó Cuauhtémoc González.

"La situación es grave si consideramos la pérdida cotidiana para los ecosistemas, basta ver lo que pasa en Xochimilco, en Magdalena Contreras, Tlalpan, Cuajimalpa, Álvaro Obregón, en donde la descoordinación institucional y la falta de solidez de nuestros instrumentos jurídicos es notable", indicó Cancino.

El cambio de uso de suelo rural a urbano es apenas uno de los procesos que lesiona el suelo de conservación, pero hay otros como la extracción de madera o de suelo orgánico que a la naturaleza toma 300 años regenerar un centímetro cúbico, dijo Mireya Imaz, asesora de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de la Semarnat.

"Tampoco se ve la pérdida del factor de modulación climática, erosión de suelos, regulación del ciclo hidrológico, conservación del hábitat que representa el 3 por ciento de la megadiversidad biológica del planeta que reside en el Valle de México.

"Pero si lo quieren ver sólo en términos monetarios, entonces hay que decir que por cada metro cuadrado de suelo de conservación urbanizado es necesario invertir en infraestructura y en transportación 26 millones de dólares para traer un metro cúbico de agua potable del Sistema Cutzamala, porque el área verde deja de infiltrar lluvia al acuífero y de algún lado hay que reponer el agua", concluyó la asesora de la Semarnat.