Enrique Provencio, el procurador
ambiental de la ciudad más poblada de México, quiere
que su preocupación se extienda: “... aunque ahora
hay más instituciones y leyes –afirma– el deterioro
ambiental no cede y puede ser peor... anualmente se pierden unas
500 hectáreas del suelo de conservación y eso tiene
efecto colisión... Estamos entrando a una etapa crítica”.
Sus datos indican que, a esa magnitud y ritmo, el deterioro equivale
a la destrucción del área que ocupan los bosques
de Tlalpan y de la tercera sección de Chapultepec en tan
sólo 12 meses. Y que en tres años más también
se acabaría lo semejante al Desierto de los Leones, el
bosque más grande de las áreas protegidas; y en
otros cinco años, desaparecerían extensiones similares
a todo el Ajusco, la Cañada de Contreras, el histórico
de Coyoacán y el corredor biológico Chichinautzin,
juntos. |

El procurador ambiental dijo que hay que dar más apoyos
a ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios para hacer
más atractiva la conservación que la venta del suelo.
Foto: Rocío Vázquez |
Aunque el procurador evita deliberadamente las frases estridentes o alarmistas,
su análisis no puede eludir el escenario de la inminencia de una
o varias crisis ambientales en la capital del país. De no revertirse
esa tendencia, en poco tiempo comenzarán a llegar las muchas veces
anunciadas calamidades ambientales al Distrito Federal y, en general,
a la Zona Conurbada del Valle de México.
Desde el 24 de abril Enrique Provencio encabeza la Procuraduría
Ambiental y del Ordenamiento Territorial del Distrito Federal (PAOT)
que fue creada oficialmente el 24 de abril de 2001. Casi dos años
después la dependencia tuvo instalaciones formales. En su oficina,
elegida pequeña intencionalmente, sin escritorio, resplandeciente
de luz solar, más parecida a un cúbiculo de académico,
acepta conversar con el reportero de MILENIO.
“Y es que por efecto colisión --ila Provencio-- vendrán
más impactos negativos en la calidad de vida de los capitalinos.
Estamos entrando a una etapa crítica . Donde antes había
áreas ecológicas ahora hay viviendas, asentamientos sin
control, irregulares la mayoría. Eso provoca alteración
ambiental muy fuerte, no nada más porque se deforesta sino porque
se cortan flujos de agua, se evita el crecimiento de la vegetación
local, se empiezan a modificar corrientes con riesgos para la población
que vive allí, se da un proceso de deterioro en cadena de las
áreas de bosques, agricultura, ganadería, vivienda; con
pérdida definitiva de la vegetación; hay una profunda
alteración del paisaje urbano, una cuantiosa generación
de desechos que no se controlan y contaminan el subsuelo y los acuíferos,
se magnifican las partículas suspendidas contra la calidad del
aire, se impide la trasminación a los mantos, se reduce la cantidad
y la calidad del agua de los pozos y se degradan los microambientes
con la consecuente pérdida de especies.
“Lo primero que tenemos que pensar –acota-- es cómo
frenar esas tendencias de deterioro combatiendo las causas. La gente
común ha perdido sensibilidad ante estos problemas. Y para poder
enfrentarlos, reconoce el procurador ambiental, hay otro problema: la
dispersión institucional y la dispersión de responsabilidades
tanto en los gobiernos de la ciudad como en el federal.
Provencio sabe de lo que habla. Fue co-director del Programa de Aprovechamiento
Integral de Recursos Naturales, de la Facultad de Ciencias de la UNAM,
vicepresidente del Comité Nacional del Programa LEAD-México
de El Colegio de México y la Fundación Rockefeller, Presidente
del Instituto Nacional de Ecología; ha formado parte de la Comisión
Ambiental Metropolitana y del Consejo de Estudios para la Restauración
y Valoración Ambiental, vicepresidente de la Comisión
de Desarrollo Sustentable de la ONU y ahora también es vicepresidente
del Instituto para la Sustentabilidad del Desarrollo.
Casas por árboles
¿A qué ritmo crecen estos asentamientos de población?
–El dato más crudo es este. En 10 años se han perdido
casi 5 mil hectáreas de áreas arboladas o suelo de conservación
del Distrito Federal. En 1992 estos asentamientos ocupaban 3 mil 444
hectáreas y para el 2002 habían absorbido ya 8 mil 240
hectáreas.
¿Es tendencia?
–Sí, claro. Es una tendencia terrible. En los hechos se
pierden 500 hectáreas por año (5 millones de metros cuadrados
de terrenos arbolados), según la Comisión de Recursos
Naturales del Distrito Federal (Corena).
¿Cómo se explica eso, si ha habido decrecimiento de población
en el DF?
–El crecimiento de la población se estancó. No
decrece. La razón es la migración interna. El crecimiento
ha sido básicamente en el sur de la ciudad. La gente con menos
recursos busca suelo urbano donde asentarse. Es crecimiento hormiga.
El patrón ha cambiado. Ya no es gran invasión. Tlalpan.
Xochimilco, Milpa Alta, Tlahuac tienen un crecimiento más alto
que la media, tanto porque tienen una tasa de nacimiento más
alta como por la reubicación de población.
¿Qué se puede prever entonces a diez años?
–En un escenario meramente tendencial en diez años perderíamos
otras 5 mil hectáreas del suelo de conservación.
¿Qué pasaría con los equilibrios ambientales?
–Se fracturarían todavía más. En particular
el agua, por escasez en la recarga del acuífero, pero también
en la pérdida de la biodiversidad y disminución en la
calidad del aire, entre muchos otros factores.
¿Ha sido crecimiento irregular?
–Así es. Por lo menos en su origen. Después hay
algunas regularizaciones. (ver cuadro).
¿Qué autoridad tiene que prever y corregir este tipo
de crecimiento?
–Es un asunto que compete a prácticamente todos. Al gobierno
federal porque sigue teniendo la responsabilidad de regular el suelo
forestal. La Comisión Nacional Forestal y la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente son los que deben vigilar la
zona forestal. Por otro lado, del gobierno del Distrito Federal, la
Corena en particular, las delegaciones, las autoridades agrarias tienen
también intervención. También tiene que ver desarrollo
urbano...
¿Nadie es responsable del todo?
–Correcto. Y ese es parte del problema: la dispersión
institucional y la dispersión de responsabilidades. Entonces
es un tema que compete a muchas y que al final de cuentas se dispersa
la autoridad.
Ahora sí se acaba el agua
Los dos principales problemas ambientales del DF son la pérdida
del suelo de conservación y el agotamiento del agua, íntimamente
ligados, resume Provencio.
Estos suelos son el mayor factor de recarga de los acuíferos.
Más del 50 por ciento del agua que consume la ciudad se extrae
del subsuelo y la sobreexplotación de los mantos es cada vez
más alta. La profundidad de extracción es cada vez mayor,
y cada vez hay más amenazas por la propia calidad del agua que
se está extrayendo.
Por otro lado, el volumen de agua que se trae de cuencas cercanas seguirá
disminuyendo, no solamente porque la están peleando los estados
circunvecinos sino porque cada vez hay menos liquido en esas cuencas
de origen.
Hay otros fenómenos subvalorados, como los modos de consumo:
Ha bajado la sensibilidad pública ante esto. El promedio de agua
que se consume por persona en el Distrito Federal es de 230 litros.
superior al de ciudades de países que cuentan con más
agua. Ese consumo ya es insostenible.
Tenemos que reducir el consumo total, disminuir las fugas, de reutilizar
y reciclar. No lo estamos haciendo. A la larga, vamos a tener que pagar
más por lo que consumimos. El precio en el DF no cubre ni siquiera
los costos de extracción ni de limpieza y mucho menos del tratamiento.
Hay que asumir que necesitamos pagar por el agua lo adecuado, lo que
realmente vale.
Atacar los problemas de fondo
Lo más importante, asegura el procurador ambiental y de Regularización
Territorial del DF es frenar esa tendencia a través de políticas
de control del uso del suelo de conservación, pero sobre todo
atacando el problema de fondo que es saber por qué se sigue yendo
la gente para esa parte. Y eso tiene que ver con los permisos del suelo.
Habría que diseñar una política urbano ambiental
económica muy integrada para revertir esos flujos y esos movimientos.
Las medidas pueden ser:
Ofrecer suelo urbano alternativo. Apoyo para la construcción
de vivienda en las zonas centrales del DF y en los núcleos urbanos
de los pueblos. Aclarar los derechos de los propietarios en ese suelo.
Dar un papel más activo a las delegaciones políticas en
la orientación del desarrollo urbano.
¿Y respecto al deterioro del medio ambiente?
–Varias medidas. Control, hacer respetar las zonas de conservación,
las zonas legalmente protegidas. Dar mayores apoyos a ejidatarios, comuneros
y pequeños propietarios para hacer más atractiva la producción
y la conservación que la venta del suelo. Y en tercer lugar la
propia vigilancia. Ahora no hay vigilancia que alcance. Es un proceso
muy disperso. Es un crecimiento hormiga. |