Los daños
a las barrancas y ríos de las delegaciones Alvaro Obregón
y Cuajimalpa son evidentes en muchos puntos: desde las lujosas
residencias y condominios cuyas canchas de tenis están
en las laderas y márgenes, hasta las paupérrimas
viviendas de cartón y lámina que de manera sigilosa
se van extendiendo día a día.
Durante un recorrido con funcionarios de la Procuraduría
Ambiental y Ordenamiento Territorial (PAOT) por esas demarcaciones,
se comprobó que esas áreas de conservación
son receptores tanto de enormes cantidades de basura como de aguas
negras y asentamientos humanos irregulares, provocando un deterioro
del cual no se quieren hacer responsables las autoridades ni del
gobierno central ni del delegacional, a pesar de que tienen conocimiento
de la situación. |
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Fotos de Roberto García Ortiz / La Jornada
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Uno de los casos más graves se presenta en la barranca El Ocote,
localizada en la cuarta sección de El Chamizal, en Cuajimalpa,
donde la empresa Grupo Inmobiliario Promotor México arrasó
con árboles de pino, tepozán, capulín y varias
especies de cactáceas que se localizaban en una de sus laderas,
hasta dejarla prácticamente pelona. Ahí, donde la maquinaria
trabaja a marchas forzadas se tiene proyectado construir un condominio
vertical de 259 viviendas de alto costo.
Miguel Angel Cancino, subprocurador de Ordenamiento Territorial, dijo
que hace cuatro meses detectaron y frenaron la obra por violar el uso
de suelo y afectación a la barranca, incluso se levantó
una denuncia penal por delito ecológico; sin embargo, "alguien"
en la delegación les autorizó la licencia de construcción
y el permiso para seguir adelante. La procuraduría, añadió,
busca hoy evitar ese ecocidio y apeló a las autoridades delegacionales
para que pidan a esa empresa su estudio de impacto ambiental y así
frenar en definitiva esa obra ilegal.
Lo más lamentable, dijo Cancino, es que las autoridades de Cuajimalpa
están anteponiendo el interés económico, pues serán
millones de pesos en inversión en ese proyecto, sobre la conservación
de las áreas naturales y de la flora y fauna en esa barranca,
cuya profundidad es hasta de 80 metros.
Más hacia abajo, circulando sobre la avenida La Palma, se cruza
la barranca de La Providencia, a cuya ladera también se levantó
el conjunto habitacional conocido como El Servilletero, que son condominios
de lujo y cuyas canchas de tenis se asientan prácticamente en
las márgenes del río La Providencia. "Aquí
también no nos explicamos cómo es que se les dio el permiso
en la delegación, durante la gestión pasada, pues también
hay un daño muy serio a esta hondonada", añadió
Miguel Angel Cancino.
En Alvaro Obregón los casos se repiten. En la barranca La Morena,
en la zona de Santa Fe, cientos y cientos de camiones descargan clandestinamente,
desde hace tres semanas, miles de metros cúbicos de tepetate,
con los que la han ido rellenando, para construir viviendas, según
explica Felipe Rodríguez, subdirector de dictámenes de
la Procuraduría Ambiental. Las autoridades delegacionales no
hacen nada, a pesar de que en una ocasión anterior se frenaron
acciones similares. Hoy, gente que se ostenta de la Asociación
de Nemesia Ledesma Rubí, heredera del predio, se dice dueña
del lugar y bajo el argumento de que se hacen obras hidráulicas
no frena el relleno.
Metros abajo, sobre la margen derecha del río Tacubaya, un enorme
asentamiento irregular se ha consolidado; incluso sus descargas de aguas
negras van a parar directamente a este afluente. Allí ya las
autoridades se han resignado a no moverlos, a pesar de que es zona de
alto riesgo.
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